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Musée Rodin, arte al aire libre

El Musée Rodin es uno de esos pequeños museos que se suelen olvidar en las visitas rápidas a París, pero que en visitas más largas no te puedes perder. Para quien ver “El Pensador” no sea suficiente, el museo tiene otros cuantos alicientes: está en un lugar céntrico, la casa donde se encuentra la colección permanente es preciosa y el jardín está lleno de esculturas.

Le musée Rodin (Paris)

LUGAR

El museo se encuentra en pleno 7° arrondissement, el mismo que la Torre Eiffel, y a tan solo 5 minutos andando de Invalides y el Musée de l’Armée. La locación es ideal, ya que es fácil incluirlo en muchos itinerarios: se puede combinar con otro museo, como el Louvre, el Musée d’Orsay, el Musée de l’Orangerie, el Musée de l’Armée, el Grand Palais o el Petit Palais; o se puede hacer como parte de un paseo más grande, yendo desde los Campos Elíseos, los Campos de Marte o cruzando el puente Alexandre III y el jardín de Invalides.

Si por el contrario prefieres desplazarte en metro las estaciones más cercanas son Varenne (línea 13) o Invalides (línea 8; RER C). Una vez salidos del metro hay que dirigirse a la izquierda del Musée de l’Armée, pasando al lado de la preciosa Square d’Ajaccio, y en la rue de Varenne se encuentra la entrada al museo.

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INFORMACIÓN PRÁCTICA

El Musée Rodin abre de martes a domingo y cierra los lunes y algunos días festivos franceses (1 de enero, 1 de mayo y 25 de diciembre), mientras que otros días festivos cierra antes de lo normal (24 y 31 de diciembre).

La entrada al museo es de pago y hay dos opciones: o coger la entrada solo para el jardín, o para el jardín y las colecciones permanentes y exposiciones. Además, el museo tiene audioguías de pago.

Sin embargo, algunas personas pueden entrar al museo de forma gratuita: los menores de edad (o menores de 26 años si residen en la Unión Europea), discapacitados con un acompañante, demandantes de empleo, algunos profesores (de arte, historia del arte, arqueología, artes plásticas o artes aplicadas), o periodistas, entre otros. En cualquier caso, siempre hay que presentar algún documento oficial que demuestre la gratuidad. Finalmente, el primer domingo de cada mes (de octubre a marzo) la entrada es gratis.

VISITA

El museo es pequeño por lo que no hace falta dedicarle la mañana entera, como al Louvre o al Musée d’Orsay; yo recomendaría pasar al menos una hora, idealmente una hora y media.

Primero da una vuelta por el jardín, que es precioso, y así podrás ver las estatuas finalizadas y después dentro verás los bocetos del artista. Algunas de las esculturas son increíbles, como El pensadorLa puerta del InfiernoLos burgueses de Calais; pero gran parte del atractivo es el jardín en sí mismo, que es precioso. Además de hacerte fotos en las escaleras de la casa o en los bancos al lado de la fuente, hay un paseo pequeño con otras esculturas menos conocidas y, hacia el final del recorrido, está la galería de los mármoles.

Después, entra al museo. Allí seguimos el recorrido indicado, que nos presenta la obra de Rodin desde sus inicios en la pintura, sus primeros pasos en la escultura durante la Belle Époque y termina con el estilo tan característico que le definió. En cada sala no hay solamente obras finalizadas, sino también bocetos previos o, a veces, incluso algún cuadro de otros artistas, como Van Gogh, Renoir o Munch. Pero sobre todo podemos ver El beso, una de las esculturas más famosas del autor, y podemos girar alrededor de la obra, observándola desde todos los ángulos.

CONSEJOS

Al estar las estatuas repartidas estratégicamente entre el jardín y el interior del museo, lo ideal es hacer los dos; pero si tienes poco tiempo y quieres venir de todas formas, te aconsejaría hacer solo el jardín.

Además, el museo luce mucho más un día soleado, por lo que es muy bonito en primavera y verano. Hay una cafetería en el jardín por si quieres descansar un rato con vistas al palacete y a las obras maestras de Rodin.

Sin embargo, dentro hay algunas obras conocidas (como El beso), algunos cuadros de artistas famosos y unas vistas preciosas. Así que, después de pasearse tranquilamente por el jardín, lo ideal es entrar dentro y echar un vistazo, aunque solo sea media hora. Merece la pena.

Musée Rodin

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Hôtel Biron: la historia del Musée Rodin

Si has visitado el Musée Rodin, seguramente hayas podido maravillarte no solo de las esculturas del famoso artista, sino también de la preciosa mansión antigua, en pleno centro de París, y de su jardín encantador. Efectivamente, el museo no está en cualquier edificio al azar de la capital, sino en una casa antigua que tiene una larga historia detrás. Con un pequeño giro especial: fue el propio Auguste Rodin el que escogió el Hôtel Biron como su museo y fue él quien empezó a exponer sus obras en el jardín.

HISTORIA

Al igual que otros pequeños museos de la ciudad, el Museo Rodin ocupa una mansión que en un principio era una casa particular, en este caso, el Hôtel Peyrenc de Moras, más conocido como Hôtel Biron. El banquero Abraham Peyrenc de Moras (1686-1732) contrató a Jean Aubert, el arquitecto del rey, para construir una mansión al más puro estilo rococó, como era la moda de la época. La construcción se llevó a cabo de 1727 a 1737, pero Peyrenc de Moras murió en 1732, antes de que se terminase la decoración interior.

La mansión, justo en el límite de la ciudad de París en aquella época, era a la vez una casa de ciudad y una casa de recreo. Desde 1736 la viuda del banquero, Anna-Marie-Josèphe de Fargès, le alquila la casa de por vida a la Duquesa de Maine, que hizo reformas en el interior. Tras morir la duquesa en 1753, De Fargès vende el edificio a Louis-Antoine de Gontaut-Biron (1700-1788), futuro Mariscal de Biron. El nuevo propietario no cambia demasiado la casa en sí, pero sí los jardines, respetando el estilo à la française que había impuesto Peyrenc de Moras y las plantas originales; consiguiendo con todo ello que pasen a ser unos de los jardines más famosos de la capital. Multiplicó por dos el área del jardín, creó un estanque y añadió una zona al estilo inglés. Hoy en día podemos saber el aspecto que tenía gracias a las descripciones y a varios grabados de entre 1776 y 1788.

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Fachada de la casa De Moras vista desde el jardín

A partir de 1788 se suceden una serie de inquilinos y propietarios: en 1795 el duque de Charost transforma huerto en jardín inglés y alquila el parque durante casi un año entero para organizar fiestas campestres con juegos, bailes, conciertos y fuegos artificiales; entre 1806 y 1810 la Santa Sede lo usa para su embajador, el cardenal Caprara; y de 1810 a 1811 el Emperador de Rusia traslada su embajada a la mansión.

En 1820 su última propietaria, la duquesa de Charost, vende el terreno a tres monjas de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, entre ellas su fundadora, Madeleine-Louise Sophie de Barat, y lo convirtieron en un internado para niñas. En esta época tanto los jardines como el edificio sufrieron muchos cambios para acercarlo más a su nueva función de escuela: en el jardín solo se conservan los grandes trazos del jardín à la française, y del edificio vendieron todas las decoraciones (boiseries, hierros forjados, pinturas) se vendieron a coleccionistas para financiar las obras. Rellenaron el estanque de Biron hasta crear un montículo y el jardín pasó a usarse exclusivamente como huerto y pasto. Por otro lado, durante estos años construyeron otros edificios en la propiedad, como una capilla del arquitecto Jean Juste Gustave Lisch de 1876. Sin embargo, en 1904 entró un vigor una ley sobre la separación entre Estado e Iglesia, prohibiendo que las órdenes religiosas impartiesen educación, por lo que la sociedad se disolvió en julio de ese año y tuvo que abandonar sus inmuebles.

Mientras esperaban un comprador, aceptaron inquilinos en el edificio a partir de 1905, y fue muy popular entre los artistas de la época: Jean Cocteau, Henri Matisse, Isadora Duncan, Rainer Maria Rilke y su mujer Clara Westhoff. Fue precisamente Clara, estudiante de escultura de Rodin, que avisó al escultor de que podía alquilar la casa, y en 1908 alquiló cuatro habitaciones de la planta baja que usó como estudio. Esta parte de la casa daba al sur del jardín, un jardín salvaje, abandonado desde 1904, y Rodin decide instalar sus esculturas y algunas antigüedades de su colección en él. En 1911 Rodin pasa a ser el único inquilino del lugar.

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Charles Berthelomier, L’Hôtel Biron, côté jardin, alrededor de 1910 [Ph.1381]

Ese mismo año el Estado francés compra la mansión con la intención de crear en uno de los edificios el Ministerio de Educación y construir también un nuevo instituto (el actual lycée Victor Duruy). Todos los inquilinos que quedaban abandonaron la mansión, pero Rodin se negó y negoció con gobierno: hizo saber que tenía la intención de donar toda su obra y su colección de antigüedad a Francia. Su condición era que todo ello quedase dentro del Hôtel Biron, convertido en un museo a su arte; y que él pudiese residir el resto de su vida allí.

«Je donne à l’Etat toute mon œuvre plâtre, marbre, bronze, pierre, et mes dessins ainsi que la collection d’antiques que j’ai été heureux de réunir pour l’apprentissage et l’éducation des artistes et des travailleurs. Et je demande à l’Etat de garder en l’hôtel Biron qui sera le musée Rodin toutes ces collections, me réservant d’y résider toute ma vie.»

Auguste Rodin – Correspondance de Rodin, tome III, 1908-1912, lettre n° 103 à Paul Escudier, fin 1909

En 1916 la Asamblea Nacional aprobó la ley que le permitió aceptar las donaciones del artista y estableció la mansión y jardines como el Musée Rodin, con el fin de exponer las obras y colecciones del artista. Un año después Rodin murió y, para ejecutar su testamento y crear el nuevo museo, el gobierno escogió a Léonce Bénédite. Abogado e historiador del arte, Bénédite había sido ya conservador del Palacio de Versalles y director del Museo de Luxemburgo. Fue él quien se hizo cargo del testamento de Rodin y supervisó la creación del museo, que abrió en 1919. Además, desde 1926 el edificio en sí mismo está clasificado como monumento histórico.

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Hôtel Biron en la actualidad, @Musée Rodin, Cyrille Weiner